María de los Ángeles Santana
Lúcida, no ha perdido con los años, aquella gentileza tan suya, ni la sonrisa ni la mirada límpida. Es la misma que cantaba a Lecuona y a Roig, una de las primeras voces que quedó atrapada, para siempre, en el cine cubano con la llegada del sonoro a la Isla.
Dueña de la comedia y del drama, del musical y del humor, María ha tenido también la virtud de asumir el paso del tiempo, y de mantener la alegría en el alma, lo que ha nutrido su obra artística y sobre todo ese corazón suyo de natural sencillo y cordial.
Por eso, cuantos la amamos sentimos el júbilo de este nuevo año en su vida, de ver cómo la ancianidad la embellece desde el espíritu, con la fe y la bondad, rodeada del cariño y la amistad que ella misma ha sembrado.
0 comentarios