TETE LINARES EN SUS 90
Llega a la novena década de su existencia, y lo hace Teté Linares con una espléndida lozanía, abierta como siempre al diálogo, sin perder esa lucidez en la palabra y la mirada que le permiten vencer las diferencias generacionales, los ismos y las modas que vienen y se van con las circunstancias, esta mujer que es clave cuando se habla de la Musicología en Cuba y que, desde su especialidad, ha dado igualmente una enorme contribución a la literatura cubana, desde el ejercicio de la investigación y la escritura.
Y, también su entrega amorosa a nuestra música, en su proyección más amplia y no solo en el orden de la música campesina, sobre la que ella ha trabajado con particular énfasis, y en ese largo proceso de su vida están los vasos comunicantes entre Teté y la música, desde aquella modesta y primera labor que realizó, en su temprana juventud, cuando era sencillamente una joven vendedora de discos, y que luego, con el estudio y el trabajo, y también junto a Argeliers, le permitiría ser una de las voces más autorizadas como musicóloga y etnóloga, como se puede ejemplificar con sus múltiples conferencias desde la otrora Escuela de Verano de la Universidad de la Habana hasta su desempeño más reciente, como directora del Museo de la Música, institución en la que también desarrollaría y ejecutaría con sus colegas, especialmente con los más jóvenes, y así aplicaría un principio metodológico básico, el de la investigación y el trabajo de campo, para explorar y encontrar en las semillas, la sabiduría y el lenguaje de la música popular cubana, en sus tradiciones, en el legado de varias generaciones, sin prejuicios ni tabúes preconcebidos, y así contribuir al rescate, validación y promoción de una música que, reconocida en el mundo, tributa a sus ancestros hispanos y africanos.
Una vida alimentada siempre por el amor, y también por la laboriosidad, muchas veces en medio del silencio o de la incomprensión, ha sido la lección, es el legado de Teté Linares, quien estuvo entre aquellos que secundaron a Argeliers León en la fundación del Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias que él dirigió y luego, en aquella senda María Teresa laboró como asesora de empresas de grabaciones, alcanzando la sumatoria de la producción de numerosos albúmenes etnográficos, verdaderas joyas, como su Antología de Música Afrocubana, en nueve volúmenes, además de ser autora de una extensa bibliografía que es referente obligado, y necesario, para cuantos en el mundo deseen conocer, en verdad, las raíces de la música en Cuba.
De ese capítulo de su discurso literario, en la prosa reflexiva que le permitió comunicar a otros, con verdadera autoridad y conocimientos y amenidad en la escritura, el resultado de sus investigaciones y valoraciones, en monografías y ensayos, se encuentran libros como Introducción a Cuba, La Música y el pueblo, La Música entre Cuba y España, El punto cubano, Trayecto histórico de la música cubana, resultado de varios años de profusa investigación, de búsquedas en fuentes primarias y secundarias, tanto en el diálogo vivo con las personas, como en el mundo de la discografía cubana, desde sus orígenes a principios del siglo XX, y desde el registro oral de la memoria de una cultura popular y tradicional en su multiculturalidad, supo reflejar sus estudios tanto sobre el legado africano como el legado hispano, en la síntesis de la música cubana, inserta en la diversidad del Caribe.
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